10/10/10

BISES

El otoño,
su afligida luz de mediodía,
el viento racheado que llega del oeste,
las nubes sucias que éste empuja
y finalmente el agua
moteando los cristales,
el capó de los coches aparcados ahí afuera,
ensuciando el pavimento
con su negra y marchita y ácida alfombra.
El otoño,
otra vez el otoño.
Ya no hay niños en las calles jugando.
Los perros orinan rápido en las esquinas
y los gatos huyen bajo los coches recién aparcados.
Otra vez el otoño.
Otra vez el puto maldito otoño
y su estela inacabable de noches frías y eternas
como el filo de una navaja oxidada
que perdió el brillo hace ya mucho,
muchos otoños.