Por cada una de las veces que pensé en abrir mis venas
y no lo hice
por no encontrar motivos para culparte,
escribo este poema
ahora que ya no estás
que tu nombre lo silba el viento
20/10/10
12/10/10
ACHICANDO AGUA TODO EL TIEMPO
El problema no es que esté solo,
que quizá lo esté, sino que nunca,
por extrañas razones que desconozco
y que ni siquiera sé si me importaría
lo más mínimo conocer,
deja de sobrarme gente.
que quizá lo esté, sino que nunca,
por extrañas razones que desconozco
y que ni siquiera sé si me importaría
lo más mínimo conocer,
deja de sobrarme gente.
10/10/10
BISES
El otoño,
su afligida luz de mediodía,
el viento racheado que llega del oeste,
las nubes sucias que éste empuja
y finalmente el agua
moteando los cristales,
el capó de los coches aparcados ahí afuera,
ensuciando el pavimento
con su negra y marchita y ácida alfombra.
El otoño,
otra vez el otoño.
Ya no hay niños en las calles jugando.
Los perros orinan rápido en las esquinas
y los gatos huyen bajo los coches recién aparcados.
Otra vez el otoño.
Otra vez el puto maldito otoño
y su estela inacabable de noches frías y eternas
como el filo de una navaja oxidada
que perdió el brillo hace ya mucho,
muchos otoños.
su afligida luz de mediodía,
el viento racheado que llega del oeste,
las nubes sucias que éste empuja
y finalmente el agua
moteando los cristales,
el capó de los coches aparcados ahí afuera,
ensuciando el pavimento
con su negra y marchita y ácida alfombra.
El otoño,
otra vez el otoño.
Ya no hay niños en las calles jugando.
Los perros orinan rápido en las esquinas
y los gatos huyen bajo los coches recién aparcados.
Otra vez el otoño.
Otra vez el puto maldito otoño
y su estela inacabable de noches frías y eternas
como el filo de una navaja oxidada
que perdió el brillo hace ya mucho,
muchos otoños.
6/10/10
BOLSAS DE PLÁSTICO
Se quejaba del viento.
El viento es una putada, decía.
Pasó el invierno en la 5ª Avenida rodeada de pijos
cargados con bolsas de Armani y Louis Vuitton
de plástico,
creaba formas con ellas,
un milagro de vida en movimiento
sólo cuando el viento lo permitía.
Una tarde llegó él y se quedó mirando,
a ella,
a esas bolsas que no eran bolsas
sino geishas y bailarinas
pero sobre todo a ella.
Se quedó mirando y esperó, y aplaudió al final
justo cuando le proponía un café
en el puestecito que hacía esquina con la 59.
Se llamaba Mang y era indonesio.
Sólo más tarde le recitó sus versos, torpes estrofas
que él mismo vertía al castellano.
Hablaban del agua y del viento,
del Puncak Jaya y las montañas del Sudirman,
de los acantilados de Komodo,
de los granos de arroz, del amor…;
quería metérsela a toda costa y ella
lo sabía y no lo permitió, hasta que llegó la noche
y el alcohol emboscó sus defensas
y él se abalanzó y no pudo evitarlo.
Lo que en ella vertió después
ya no fue poesía.
El viento es una putada, decía.
Pasó el invierno en la 5ª Avenida rodeada de pijos
cargados con bolsas de Armani y Louis Vuitton
mientras
ella jugaba con otras bolsas,de plástico,
creaba formas con ellas,
un milagro de vida en movimiento
sólo cuando el viento lo permitía.
Una tarde llegó él y se quedó mirando,
a ella,
a esas bolsas que no eran bolsas
sino geishas y bailarinas
pero sobre todo a ella.
Se quedó mirando y esperó, y aplaudió al final
justo cuando le proponía un café
en el puestecito que hacía esquina con la 59.
Se llamaba Mang y era indonesio.
Sólo más tarde le recitó sus versos, torpes estrofas
que él mismo vertía al castellano.
Hablaban del agua y del viento,
del Puncak Jaya y las montañas del Sudirman,
de los acantilados de Komodo,
de los granos de arroz, del amor…;
quería metérsela a toda costa y ella
lo sabía y no lo permitió, hasta que llegó la noche
y el alcohol emboscó sus defensas
y él se abalanzó y no pudo evitarlo.
Lo que en ella vertió después
ya no fue poesía.
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