11/3/11

CC.SS (III)

Coincidiendo con el final de la Primera Guerra Mundial, nacieron en Europa un buen puñado de democracias liberales. Su campo de cultivo en muchos casos fueron países que carecían totalmente de tradición democrática al respecto. Naciones, como Checoslovaquia, fueron inventadas ad hoc. Viejos imperios autocráticos cambiaron la pompa y circunstancia por el derecho constitucional. Por vez primera en la Historia, la democracia llegaba incluso a aquellos que no la sabían leer, mucho menos comprender.

El resultado, como todo el mundo sabe, fue un desastre. La depresión de los años treinta las barrió del mapa a la primera de cambio, y en su lugar surgieron los totalitarismos más aberrantes que el ser humano ha logrado pergeñar. Menos de una década después, el mundo volvía a sumergirse en el pandemónium de la ira y la venganza hasta casi demoler las viejas entrañas de sus cimientos.

Algo parecido está comenzando a pasar en el mal llamado mundo árabe. Pero esto ya lo dijo antes Ángel González. Con mucha más gracia, además:

Nada es lo mismo, nada
permanece.
Menos
la Historia y la morcilla de mi tierra:

se hacen las dos con sangre, se repiten.