29/7/11

hierro

Al final de todas estas corazas
hay un niño mudo que juega
a hacerle el amor y la guerra
a las palabras,
que no puede decirlas
porque tiene el silencio y el miedo
cosidos
en la boca,
y que aunque fue feliz
ya no recuerda cuándo
ni junto a quién,
y mucho menos
si tuvo derecho a serlo.
Al final de todas estas corazas,
un hombre flaco esnifa cocaína
con un billete de cinco dólares australianos,
y bebe sorbos de un vaso de Martín Códax
en el salón de su casa
en pijama
con sombrero
a las 4:30 de la tarde
un 29 de julio de 2011 en que nada tiene qué hacer
salvo lo que está haciendo
y poco más.