de tanta lluvia y tanta lágrima que les cae encima.
ennegrecen
se ensucian de machas negras
como las manos temblorosas de un anciano.
me comprendo construido a base de límites.
son islas que se tienden la mano
para no alejarse mucho las unas de las otras
urdiendo un frágil tejido sólido
e invisible
al estilo de las mallas turcas.
islas de playas desiertas
adonde acudo cada tarde cuando decido drogarme
y sentarme a escribir
por unánime unanimidad.
lo que hago es palparme los contornos de la piel que habito.
y acabar en la entrepierna
con una polla que no es la mía
ordeñándome los gemidos
en estrofas de pocos versos.
(dedicado a Julián Martín, que me hace ver donde no me veo)