17/8/11

Un reloj


Desde aquella paliza que me diste
el día que cumplí los siete años,
no me regalabas nada.
                                    Supongo
que lo que tengo que hacer ahora
es darte las gracias, Papá.
Pero, verás, el minutero no funciona
y la manilla de los segundos se atasca
siempre a menos cuarto.
El caso es que es un reloj bonito.
De bolsillo. De cuerda.
Con su cadena cromada para atar en la hebilla.
Así que te daré las gracias.
                                           Porque
a pesar de las palizas
y los reproches
y los relojes estropeados
y las cosas horribles que le hiciste
al niño que todavía soy
fuiste, eres y serás siempre mi padre.
Y eso no lo podrán cambiar
ni todos los poemas del mundo juntos.
Eres mi padre
a pesar de tus fracasos
y de las trampas que yo te tendí
para que no lo lograras.
Y así seguirá siendo
incluso después de haberle dicho
a tu tumba
que te quise incondicionalmente.

Así que eso.
Gracias.

P.D:
Que no funcione es lo de menos.
Tú ya me regalaste el tiempo
hace treinta y una primaveras.