20/10/09

MÓDULO B

Las variaciones del clima alteran el carácter de los reclusos. Una cuestión hormonal que pasado el primer año de internamiento acabas comprendiendo. El tiempo cambia todo lo rápido que las horas se lo permiten, y pronto caerán las primeras lluvias, el bochorno de las tardes, la enfermería atestada de meninjíticos en plena crisis de identidad fisiológica.

Espesos mantos de vapor cabalgan un cielo anaranjado cuando todavía no nos es permitido salir de las celdas, pero yo nunca he contenido el sueño lo suficiente como para disfrutar de él.

El cigarrillo se consume, tal vez lo haga también yo, aunque siempre he procurado simular lo contrario, y las horas gotean su pestilente lentitud a mi alrededor, sin demasiada prisa, porque todavía no se ha inventado un reloj que marque las horas aquí dentro.

El Cuña se mantiene en el habitual duermevelas de costumbre, entre estertores y escalofríos. Siento lástima por él, un cáncer de bronquios va firmando poco a poco su verdadera sentencia y ni siquiera es capaz de advertirlo. Uno acaba creyéndose sus propias mentiras cuando no queda nadie a quien contárselas. Al pobre diablo le encerraron hace cuatro años por follarse a un niño y en cierto modo le envidio, su condena nunca será mayor de tres años mientras que la mía…, prefiero no pensar en ello.

Los funcionarios del turno de mañana comienzan a ocupar sus puestos de trabajo.

No tardará en llegar el pitido que nos devuelva a la vida.