18/11/09

HASTA PRONTO A LAS ARMAS

Me siento frente al escritorio como cada tarde, la pantalla blanca del ordenador ofreciéndoseme como una mujer hambrienta, he comenzado a teclear las primeras palabras, torpemente, sin demasiada convicción, de una manera mecánica, casi rutinaria. Lo que tengo son los despojos del día, eso que nadie quiere, escoria desechada sin ningún tipo de utilidad ni beneficio. No tengo nada qué decir, aun no existe nada por lo que deba justificarme y a lo que mi credo deba doblegarse. No creo en dios ni él en mí tampoco; pero todo está bien, así no nos debemos nada. Mis únicos proyectos son la esperanza de poder ducharme con agua tibia y que mis gatos tengan a bien dejarme dormir plácidamente esta noche. Quizá lea algún poema antes, mientras paladeo una taza de amarga achicoria recostado en la cama. Y así, sin más, concluiré el día; en tregua con el mundo.