1/12/09

COMO UN NIÑO

Gemía como un niño al que le hubieran prohibido cualquier cosa. La muñeca le colgaba muerta sobre la otra mano y el trayecto de las lágrimas desaparecía a mitad de la cara.
— ¿Te duele mucho?
Volvió a gemir.
Intentó balbucir algo pero el hipo le trastabilló la lengua y sólo logró pronunciar un sonido cavernoso.
—Deberías tener más cuidado la próxima vez.
Me miró. Sentí lástima.
Cuarto de hora más tarde llegó una mujer y se lo llevó al hospital de la misericordia.
No nos despedimos.